Sobreviviendo
Era un domingo de otoño por el año 1995, ese día decidí no despertar a Almendra, mi esposa, y tome rumbo hacia el templo del pueblo.
Quien va a creer que estas cosas pasan, y mas a un hombre como yo. A la salida de misa, nadie termina de entender porque y para que, dos hombres de aspecto similar a mi, a mi juzgar muy poco sospechosos a simple vista, me agarraron y me metieron en un baúl. Ahí permaneci por seis horas, sin entender nada, bastante confundido e intentando adivinar la razón por la que me encontraba allí. Luego de esas seis interminables horas, un hombre de negro con la cabeza cubierta, me saco del baúl con los ojos vendados y me dejo en una habitación oscura, un poco mas grande que el baño de mi casa. Allí permanecí por quien sabe cuanto tiempo sin rastro de algún hombre cerca, sin noción del tiempo; lo único que escuchaba era una música bastante rara que provenía de un cassette viejo. Me encontraba desnudo, muerto de hambre, lo único que recibía era una cubeta de agua por día y dos o tres bollitos de pan.
Después de dos o tres días, un papel y una lapicera pasaron por debajo de la puerta. En el papel se encontraban numerosas preguntas acerca de mi vida y por sobre todo de mi familia, y probablemente lo mas importante y esperanzador, pero a la vez aterrados era que decía "si no respondes no hay negociación" Durante esos días la única comunicación que recibi era a través de un papel y con mucho cuidado, ya que nadie quería ser descubierto. Me concedieron un libro a elección y no tuve mejor idea que elegir la biblia.
Así siguieron pasando los días y comencé a sentirme traicionado por mi familia y mis amigos. ¿Cómo podía seguir ahí? ¿ como que nadie se preocupaba por mi? . Habían pasado quince días, y me encontraba totalmente desbastado, sin fuerzas, tirado en el suelo con mas ganas de morir sin despedirme de mi familia que de seguir luchando por salir de ahí. Pero si no me equivoco, ese día era el día de la independencia de México; todos tenían ganas de festejar, por lo que me ofrecieron una bebida alcohólica, la que quisiera y obviamente elegí la que mas me gustaba, un whisky de esos añejos. En ese momento me agarro una alegría momentánea, sentí que por un momento me iba a sentir como en casa, como si fuera cualquier sábado a la noche tomando un whisky como sobre mesa con almendra; pero fue ahí cuando sentí una vos perturbadora dentro mio, era la primera vez en tantos días que sentía que dios estaba conmigo, y esta vez me pedía que le entregue el whisky, que lo tirara por el inodoro. Asique decidí tirarlo. Empecé a sentir un poco de pena, había tirado lo único que me recordaba a mi antiguo yo, pero a la vez comencé a sentirme mejor, sentía que después de todo no era una porquería, pude entregar algo vital para mi a pesar de mis pocas ganas de vivir y lo mucho que lo necesitaba. Desde ese día comencé un proceso de "crecimiento espiritual", pero sin embargo no había nada que me aliente a seguir adelante así que decidí pedir una carta de mi familia.
Un dia de esos, que Dios sabrá porque me levante con un humor diferente, me propuse un ejercicio; imagine que el que estaba secuestrado era mi hermano y que yo era quien debía sacarlo, por lo que comencé a imaginar como hacerlo. Ese día decidí leer la carta que había pedido días atrás. Ahí me convenci que este era un problema de la familia y no solo mio, y que se debía resolver en equipo.
Desde ese día todo comenzó a ser distinto, sentía a Dios presente en todo momento, por lo que debía estar perfecto, el quería eso para mi. Comencé a trabajar tanto en mi salud mental como en la física, decidí renovar mi fe exigiéndome no quedarme en la tibieza, en la mediocridad y con respecto a mi salud física comencé a ordenarme en el tiempo, me guiaba por aquel cassette que conocía tanto y sonaba todo el día; calcule que cada lado duraba media hora y así comencé a dormir ocho horas y en las 16 horas restantes rezaba, hacia ejercicio y hasta me anime a exigir una mejor alimentación.
Empecé a rezar por mis secuestradores, al fin y al cano ellos eran unos pobres como yo, probablemente ninguno ellos quería estar ahí. El tiempo siguió pasando y llego el esperado 24 de diciembre, moría de ganas de estar con mi familia, aunque sabia que no podía estaba seguro de que no quería pasarla solo, asi que invite a mis secuestradores a que rezaran conmigo; no se porque razón, ellos lo hicieron y no solo me felicitaron, si no que me preguntaron de donde sacaba mi fortaleza, a lo que les respondo que no tenia miedo porque dios estaba conmigo.
El tiempo paso, a veces lento y otras rápido hasta que se hicieron 9 meses desde aquel horrible domingo . No se como pero ese día la puerta de mi habitación estaba abierta